X

Alfonso Michel

La síbila, 1945

Oleo / tela
60 x 49 cm
AM028

La obra de Alfonso Michel se distingue por su apropiación de la plástica internacional dadas sus largas estancias en Europa, tal es el caso a sus referencias a la Pintura Metafísica por la presencia de extrañas arcadas emplazadas en sitios distantes y sin presencia humana, en medio de extraños parajes, en algunos casos sin más flora que unas cactáceas debajo de un enrarecido cielo grisáceo; tal es el caso de La sibila, en donde dentro de este ambiente fantástico –exacerbado por la pincelada espesa- probablemente responde a una ilusión producida por el elemento central del cuadro, que justo es una profetisa que se encuentra con los ojos cerrados, en estado de trance, quizá tras fumar alguna hierba alucinógena en la pipa que posee en su mano derecha; sus rasgos y el color broncíneo de su piel hacen pensar que no proviene de la tradición grecolatina, sino de la hindú, particularmente por el bindi que posee entre sus cejas, que alude a un tercer ojo clarividente, además de que su posición al meditar responde al acomodo corporal del laborar de los “zapateros hindúes”, como es nombrada esta postura por la disciplina del yoga; no obstante, entre sus piernas, la sibila cuenta con una figura de barro rojo de Colima, de las que aluden a esculturas de perros xoloitzcuintles que se enterraban en las tumbas de tiro como guías para el trayecto del hombre al inframundo, quizá en este caso, como conductor de la vidente en su acto de clarividencia; estos elementos podrían sugerir que Michel decidió realizar una combinación de motivos provenientes de diversos credos sobre lo metafísico, para la conformación de este ente “iluminado”.

En el cuadro aparecen otras figuras que sin embargo, no es sencillo determinar si poseen vida, por ejemplo, detrás de la mujer es posible de advertir la mitad del cuerpo de otra escultura roja, pero en este caso alude a un personaje moderno –con saco- que alza su mano, cual los monumentos de personajes históricos que se colocan en las plazas públicas, pero que son hechos de bronce o mármol, extrañamiento al que se suma el que se muestre semioculta -como en algunas pinturas tempranas de Giorgio de Chirico, como El enigma del oráculo; más atrás hay otro perro que por su color negro parece remitir a un xolo vivo aunque se muestra inmóvil frente a un barda; junto al canino delante de una arcada obscura es observable, con cierta dificultad, una presencia antropomorfa grisácea, espectral. A los costados de la profetisa se encuentran un búho y un gato negro, animales que se les asocia con la magia y el mundo de la noche.

Además, los propios rasgos de la sibila por sus diversas tonalidades la hacen asemejarse a una escultura precolombina, tal como las figuras enigmáticas de los años treinta de Tamayo y a los de la época neoclásica de Picasso que importaran a México pintores como Siqueiros y Manuel Rodríguez Lozano.

Maestro Carlos Segoviano, Colección Blaisten, 2019.

Otras obras del artista