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Emilio Baz Viaud

Retrato de Chabela Marín, 1939

Acuarela y pincel seco / cartulina
75 x 55 cm
EBV003

 En 1938, Madame Viaud, quien fuese una famosa fabricante de sombreros, le organizó a su hijo Emilio, su primera exposición individual en la casa familiar, muestra a la que asistieron José Clemente Orozco y Diego Rivera, quien justo en ese año pintó el célebre retrato de su ex esposa Lupe Marín (Museo de Arte Moderno), cuya fisionomía destaca en ese lienzo por sus alargados brazos y cuello, así como por sus prominentes manos. Tan sólo unos meses después, Emilio elaboró la representación de la hermana menor de Lupe, Isabela Marín (Colección Blaisten), su primer retrato de un personaje ligado al medio cultural nacional, pues además de Guadalupe, algunas de las mujeres de la familia Marín estuvieron involucradas con pintores como Carlos Orozco Romero y Wolfang Paalen, con quien precisamente contrajo nupcias Isabel Marín, quien además de ser una investigadora de las artes populares mexicanas, se le recuerda por su aparición como “la gran esfinge de la noche” en la inauguración de la Exposición Internacional Surrealista de 1940 en México.

 Por otra parte, el retrato de Chabela Marín ocupa un lugar especial en las representaciones de Emilio Baz Viaud, ya que a la par de ser el único donde no muestra el torso del retratado, ni objetos alusivos a su profesión o status social, es además uno de los primeros que ya presenta una vena mexicanista en su obra, justo en el año en que ingresó a la Academia de San Carlos. En este retrato, Emilio aún opta por un fondo sobrio y monocromático -como en el retrato de su madre y en su primer autorepresentación- a la par de que decide estilizar y elongar el cuello de Isabel Marín, quizá influido por el manierismo italiano, como también hiciera en el Retrato de Eduardo Parellón (Colección Particular). Tanto la piel broncínea como la trenza que recoge el cabello de Isabel, así como sus voluptuosos labios y sus grandes ojos verde olivo, refieren a un personaje de rasgos mestizos, tal como lo hiciese el propio Rivera en el mencionado retrato de Lupe Marín de 1938.

 De hecho, Emilio que solía pintar a partir de fotografías, pudo haberse inspirado en el dibujo que Rivera elaborara en 1938 para la portada de la novela La Única de Lupe Marín, en donde la exesposa del muralista, narró entre otras de sus memorias, la tormentosa relación que sostuvo con el literato Jorge Cuesta, a quien Marín acusó de intentar violar a su hermana menor Isabel. La imagen que elaboró Rivera presenta a una mujer bicéfala que sostiene un caldero donde se encuentra Cuesta; una de sus cabezas corresponde a Lupe, mientras la otra probablemente sea la de Isabel, la cual destaca específicamente por su alargado cuello.

 Esto no parecería extraño, pues como buena parte de los pintores de la época, Baz Viaud pudo verse marcado por el influjo de Rivera, particularmente en el retrato de Isabel Marín como en la pintura titulada India Mexicana (Colección SURA), que parecen hacer eco de la revaloración de la fisionomía local por parte del muralista, en especial, la piel broncínea, aunque en realidad, como en otros retratos de Emilio, el vínculo parece ser mayor con Frida Kahlo, sobre todo con la pintura de Eva Frederick, en tanto que comparten el gusto por destacar los fuertes rasgos del personaje, como sus labios prominentes o los pómulos muy marcados; no obstante, pese a los méritos de Kahlo, la calidad dibujística de Baz es superior, en su oficio para representar la fisionomía del retratado, al configurar detalladamente la masa facial y ser capaz de delinear con gran precisión ciertos elementos como los ojos.

 Además, a través de esta obra, es plausible encontrar el contacto de Emilio Baz con Manuel Rodríguez Lozano, al que conoció al ingresar a sus clases de pintura, donde el joven Emilio terminó por convencerse de practicar esta profesión. La influencia de Lozano es discernible en el gusto del maestro por pintar la mexicanidad sin hacer referencia únicamente al mundo rural o al pasado indígena, pues pese a la tez broncínea y los rasgos de la retratada, no se le colocó en un sitio folclórico o que aludiera a una referencia histórica nacional, sino que en esta obra, se comienza a percibir el tipo de apropiación y síntesis que Baz Viaud realizó de diversos estilos, al alargar el cuello y así combinar la influencia manierista con la genética nacional, configurando con ello su propia visión de la mexicanidad. Asimismo, en este lienzo, Emilio exacerbó su tendencia de colocar a sus personajes en un primer plano que los hace percibirse de gran tamaño; el agrandarlos precisamente fue un recurso que Lozano utilizaba por esos años, en su etapa llamada monumental, al crear seres de grandes dimensiones, siguiendo el estilo clasicista de Picasso, que justo le permitía crear una noción de mexicanidad asociada a seres míticos y no folclóricos.

Maestro Carlos Segoviano, Colección Blaisten, 2019.

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