Oleo / tela
105 x 82 cm
BEO001
Virgen María leyendo es un cuadro singular en el repertorio del pintor español Baltasar de Echave Orio, por ser quizá el último de su carrera artística, ya que no se tiene registro de otro lienzo posterior hasta su muerte acaecida en 1623, además a diferencia de la mayoría de sus trabajos, Virgen María leyendo posee su firma y también destaca porque en contraste con el resto de sus óleos conocidos, que fueron encargos para Iglesias, en este caso parece ser una comisión para un particular, en tanto el tamaño menor de la pieza, como por su composición que no representa una escenario abierto, sino una habitación grisácea con una lóbrega cortina, frente a la cual aparece absorta en su lectura la madre de Cristo, lo cual también es otra singularidad, ya que a partir del Concilio de Trento la representación de María no debía separarse de la de Cristo por ser su madre; ello refuerza la idea que el cuadro estaba destinado para el culto privado, dadas las licencias que Echave Orio se permitió o le fueron requeridas, como el hecho de que la Virgen aparezca sentada en una silla sin brazos que tiene el respaldo forrado en piel verde oscura, la cual es conocida como silla frailera precisamente por la severidad de su forma, sin embargo en este caso, los detalles dorados sobre toda la extensión del larguero, van en contra de la finalidad que tenía comúnmente como un mueble austero con pocas decoraciones policromas, más apropiado para la vida monástica que para la corte imperial, como precisamente parecen sugerir los detalles lujosos de este lienzo.
El rostro claro de María, en posición de tres cuartos e iluminado por una fuente de luz externa, muestra las típicas características fisionómicas que encontramos en otras obras de Baltasar Echave Orio destinadas para retablos de iglesias como los casos de La Visitación o La Porcincúla,en queprocuró para la representación de la virgen, una frente amplia, cejas delineadas, nariz recta y larga, labios pequeños, prominentes párpados y ojos entrecerrados, en un gesto que expresa la concentración que mantiene en su lectura, la cual seguramente era un libro de oraciones, pues en tiempos de Cristo no existían los libros, pero tras el Renacimiento, las representaciones de escenas bíblicas en que aparecían mujeres lectoras tenía como función fomentar la lectura entre las mujeres, a quienes justo sólo se les permitía acceder a libros de oraciones.
La virgen porta sobre su cabello castaño obscuro una corona dorada adornada con piedras preciosas, que culmina en un par de diademas con un orbe. Por encima de sus hombros y atada con un nudo triangular, se extiende una capa o especie de largo manto azul, por dentro dorado, que posee una tira de brillantes aplicaciones; frente a la virgen aparece una mesa cubierta con un mantel olivo con detalles metálicos en el faldón, sobre el que se encuentra un atril dorado y plateado, en el que reposa un libro que la virgen ha abierto con sus dedos alargados, a la manera de Martin de Vos, es decir, que no denotan sus falanges; el libro destaca por tener la cubierta forrada de piel y las orillas en rojo escarlata, mismo tono de la túnica de la dama que posee un elaborado brocado, además del suntuoso encaje del puño de sus mangas, sin olvidar el cuello dorado que al centro, posee un broche en forma de estrella con una esmeralda, al igual que su cinturón dorado que también tiene aplicaciones de esta piedra preciosa verde.
Precisamente la sobria actitud de la mujer lectora contrasta y además evidencia, la cantidad de adornos que la rodean y que parecen situarla en un ambiente aristocrático, lo que provocó, en especial por el uso de la corona, que durante algún tiempo está obra estuviera registrada como una representación de Santa Isabel de Portugal, aunque la corona y las flores alusivas a esta santa son distintas al de esta virgen lectora. En este caso, cabe recordar que en la iconografía católica, la Virgen María es coronada sólo en el momento de su asunción por lo que es extremadamente raro que aparezca con corona en una empresa terrenal, aunque como hemos señalado, quizá por ser una comisión particular, Echave se permitió todas las licencias artísticas descritas.
De hecho los elementos que nos permiten referir a esta pintura como una representación de la virgen en el momento de la anunciación, son en primera instancia, el ramo de lirios que reposa sobre el mantel y cuyo color blanco refiere a la pureza y a la virgnidad de María, además de que el evento de la anunciación tuvo lugar en la primavera; a ello se suma el halo de luz que entra por una esquina superior del cuadro, puesto que este destello implica la encarnación de Cristo a través del Esprítu Santo, mientras la virgen se encuentra leyendo como sucede en las anunciaciones realizadas por Leonardo da Vinci o Jan van Eyck, aunque iconográficamente con quien Echave guarda mayor cercanía es con Antonello da Messina, quien procuró una representación austera de la anunciación, al solo aludir a la presencia del Esprítu Santo con un golpe de luz que rompe la oscuridad de la escena en que habita María, como también hiciera Echave en esta virgen lectora.