Nació en la ciudad de Durango, México el 16 de agosto de 1886. Fue un importante pintor vinculado al realismo simbólico y al cubismo, además de ser muralista y miembro fundador de la organización cultural Ateneo de la Juventud.
Estudió la primaria en la escuela anexa a la Normal de Maestros, en la capital de la República a donde su familia se mudó, cursó el bachillerato en la Escuela Preparatoria de San Ildefonso que estuvo estrechamente vinculada a la vida cultural de México. Desde muy joven dibujaba retratos y caricaturas. Sus dibujos y versos fueron impresos en la Revista Moderna en los años 1902 y 1903, época en la que se gestó la llamada generación del Ateneo de la Juventud, junto a la producción de Luis G. Urbina, Amado Nervo y José Juan Tablada, quien fuera su permanente y entusiasta crítico.
Más tarde se inscribió a la Academia de San Carlos y con apoyo de su padre, en 1904 se embarcó en el puerto de Veracruz rumbo a París, tenía 18 años. De inmediato se sumergió en el mundo de los museos y galerías, de Francia viajó a Bélgica, donde pintó un año sin descanso en Bruselas. Después se dirigió a España, cuyo ambiente artístico y humano ejerció sobre él una poderosa y perdurable influencia.
En 1906 expuso por primera vez, en una muestra colectiva en el Museo del Prado. Tras recorrer España, trabó amistad con varios de sus más eminentes artistas (especialmente con Ignacio Zuloaga y Joaquín Sorolla, con quienes compartió sitio preferente en exposiciones y reseñas durante varios lustros), Zárraga expuso de nuevo en Madrid, en el Salón de los Independientes.
Poco después volvió a México, para mostrar a su padre lo que había trabajado y agradecer a Justo Sierra, en aquél entonces ministro de Educación del Presidente Porfirio Díaz, la pensión que le otorgó por dos años, así, el 6 de noviembre de 1907 exhibió por primera vez en su país, en la Academia Nacional de Bellas Artes (donde había comenzado sus estudios formales), ocasión en la que expuso veinte telas pintadas en España y cinco en México.
Posteriormente viajó por Italia dos años y en octubre de 1909 expuso en el Salón de la Plaza Donatello en Florencia, y en abril del año siguiente fue invitado a tomar parte en una colectiva internacional presentada en Venecia, junto con Zuloaga, Valentín Zubiarre y Giorgio de Chirico, donde expuso la obra Alegoría de otoño, adquirida por el gobierno mexicano en 1911. Antes, entre 1909 y 1910 se presentó en la exposición internacional de Münich, el Salón Nacional de París y en Nantes, Venecia y Lieja.
A finales de 1910 regresó a México y realizó su segunda exposición en la Academia de San Carlos, cuya inauguración estuvo a cargo de su padre, el doctor Fernando Zárraga y de personajes eminentes como Justo Sierra y Antonio Rivas Mercado. La prensa de la época destacó el acto como “un verdadero acontecimiento artístico”.
Después de un breve retorno a Toledo y Florencia (sin duda las ciudades que más le impresionaron), se instaló en París donde trabajó los siguientes 35 años, volviendo brevemente a México en 1914, ocasión en la que se dedicó a recorrer iglesias coloniales y deleitarse con las artesanías populares, como se recoge en un artículo publicado por José Juan Tablada.
El escritor nicaragüense Rubén Darío, dedicó especial atención a la obra de Zárraga en más de una ocasión, no solamente le escribía críticas, sino que recogía las que otros escritores hacían del pintor mexicano, como la del italiano Rodolfo Panichi, quien relacionó la obra de Zárraga con Rembrandt, Moroni, Tintoretto, Velázquez y Goya. Darío realizó un recuento de la obra hecha en España por Zárraga y se nota que conoció de cerca la obra de su joven amigo. La enumeración recoge los siguientes cuadros: La vieja que ora, La mala consejera, La vieja mendiga, La vieja del rosario, El tríptico, El don, Marta y María, Alegoría de otoño , Ex voto, La novia, La bailarina desnuda y La femme et le pantin (estas dos últimas obras, pertenecientes a la Colección Andrés Blaisten).
Su retorno a París fue poco antes de que estallara la Primera Guerra Mundial y cerró la etapa inicial de su vida artística para dar paso a la segunda pues entre 1914 y 1917 Zárraga fue cubista al igual que Diego Rivera, estilo que era totalmente ajeno al suyo. en 1917, realizó los decorados para Antonio y Cleopatra, de Shakespeare, en el teatro Antoine de París, en el gran momento de los ballets y de las más audaces escenografías. No se tiene registro de alguna otra inmersión suya en dicho campo.
Entre 1918 y 1919 se aleja del cubismo y vuelve a pintar retratos, naturalezas muertas y unos cuantos paisajes, a la manera neoclásica que presentó en la famosa galería de Bernheim-Jeune en una exposición masiva en 1920. En 1921, la misma galería le organizó una nueva exhibición, aún más exitosa que la anterior; una retrospectiva de sus obras cubistas, de las cuales casi la mitad ya pertenecía a coleccionistas.
Ángel Zárraga fue un aficionado a los deportes (particularmente al fútbol), lo cual lo condujo al muralismo con ése tema, abriéndole las puertas de muchos centros cívicos en Francia. Los temas religiosos, por otro lado, lo convirtieron en uno de los fresquistas más solicitados y mejor pagados por los templos franceses. Fue así como comenzó la tercera etapa de su vida, la de muralista. Entre 1921 y 1926 decoró el castillo de Vertcoeur cuyo propietario fue el conde Philipon, el mayor coleccionista de Zárraga en Europa.
Alberto Pani, ministro de México en Francia, le encargó doce paneles alegóricos para el salón de recepciones de la legación. Fue esa la primera vez que Zárraga realizó un mural en suelo mexicano. Entre 1932 y 1934 pintó al fresco en la iglesia Feddallah en Marruecos y también en 1934, pintó en la plaza de la Ópera en París. Zárraga siguió trabajando en la capital francesa hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y gracias a la influencia de la legación de México en Francia, logró salir de Europa por España y volver a México en 1941.
Cuatro años más tarde, en 1945, Jaime Torres Bodet, secretario de Educación, le encargó la decoración de la Biblioteca México de la Ciudadela. Zárraga proyectó cuatro murales, pero sólo pudo concluir el primero pues el edificio a medio construir, dejaba pasar la lluvia y el viento hasta los andamios donde el pintor trabajó sin tregua, lo que le provocó una pulmonía. Ángel Zárraga murió el 22 de septiembre de 1946 en la Ciudad de México a los 60 años.