Oleo / tela
112 x 145 cm
RN001
Ejemplo de renovación, que no de ruptura, en la estética de las nuevas generaciones de artistas es la pintura de Rodolfo Nieto, artista de origen oaxaqueño que estudió en la escuela de artes plásticas de La Esmeralda como discípulo, entre otros, justamente de Carlos Orozco Romero. Si la aventura plástica se inicia de manera formativa con el maestro, se complementó con sus viajes autodidactas a Europa, llegando a exponer con éxito su obra en París. Aunque asimiló la lección informalista de la escuela parisina, de Rodolfo Nieto debe también aceptarse su deuda con la moderna pintura mexicana. En su obra puede detectarse una evasión abierta al asunto explícito, es decir al tema, al tiempo que prefiere proyectarse el gesto constructivo como significante del acto pictórico. El asunto había sido previamente tratado por Gunther Gerzso, Carlos Mérida y Rufino Tamayo, pero especialmente por Alfonso Michel cuya obra funciona bien como liason entre las propuestas artísticas de la modernidad y la que se perfilaba como la pintura contemporánea de México. También habrá que decir que alqunos de los referentes iconográficos de la estética de Rodolfo Nieto provienen del caudal ancestral de lo primitivo.